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| Un café... |
En la historia del catolicismo el término modernismo sirvió, y sirve aún, para referirse a la tendencia en un cierto pensamiento católico a considerar a la Iglesia y a sus dogmas como instituciones humanas, portadoras de rasgos debidos a su contexto histórico, y no menos necesitadas que otras de ser revisadas y reformadas. El término se usa con una intención peyorativa por los adversarios de esta posición, entre los que destaca el papa Pío X, en cuyo tiempo y bajo cuya dirección la Iglesia emprendió una campaña para combatirlo. El modernismo fue condenado categóricamente por San Pío X, sin dejar lugar a dudas o a reconciliaciones: lo definió como el «conjunto de todas las herejías».1
El primer uso en un sentido equivalente al
indicado lo hizo Henri Xavier Périn, profesor de
la Universidad Católica de Lovaina a finales del
siglo XIX, quien lo definió como una “ambición de eliminar a Dios de toda la
vida social” y relacionándolo con “las tendencias humanitarias de la sociedad
contemporánea”.
Antecedentes
El historiador Ricardo de la Cierva considera como iniciadores de este movimiento a Alfred Loisy (1857-1940) y a George Tyrrell (1861-1909).2 Loisy fue discípulo del exegeta bíblico Louis Duchesne. Duchesne y del padre Lagrange,
fundador en 1890 de
la Escuela bíblica
y arqueológica francesa de Jerusalén, habían suscitado un movimiento crítico en Francia
considerado por la Curia romana como anarquía intelectual,
hacia el cual el papa León XIII había expresado sus
reservas.
La lucha contra el modernismo
puede verse como un momento en el repliegue que la Iglesia inició al perder, a
mediados del siglo XIX, la mayor parte de su cuota de poder temporal, por el
avance del liberalismo y el «régimen popular» y con la incorporación de
los Estados Pontificios al nuevo estado italiano. A la vez estaba decreciendo su
influencia sobre la población, sobre las clases populares por el avance de las
organizaciones e ideas socialistas y anarquistas, y sobre las clases medias por
el dominio del liberalismo político.
La publicación de El origen de las especies por Darwin en 1859 ofreció la
perspectiva de alcanzar una explicación naturalista del origen del hombre y sus
atributos, convirtiendo también en esto a Dios en una hipótesis innecesaria.3
Aunque
los antecedentes remotos [del modernismo] haya que buscarlos en el racionalismo, en el subjetivismo y en el relativismo, su partida de nacimiento
próxima hay que situarla en torno a la Escuela Superior de Teología creada en
París en el año 1878.
La Iglesia reaccionó proclamando
formalmente la autoridad del magisterio y absolutizando el poder del papa, con la definición dogmática de
la infalibilidad papal por el Concilio Vaticano I. Pío IX había
publicado en 1864 su Syllabus, apéndice a la encíclica Quanta
Cura, donde en 80 proposiciones condenaba numerosas innovaciones políticas
y filosóficas de la era moderna.
Pío X
El papa Pío X, luego canonizado,
publicó en 1907 un
decreto, Lamentabili sane exitu, en el que se
refirió a que «el hecho de que muchos autores católicos vayan también más allá
de los límites marcados por los Padres y la propia Iglesia es extremadamente
lamentable».
Ya en el Syllabus de 1864 se
enumeran y son condenadas 65 opiniones modernistas. La proposición condenada nº
11, por ejemplo, dice: “La inspiración divina no se extiende a todas las
escrituras, de manera tal que haga a sus partes, a todas y cada una de ellas,
desprovistas de cualquier clase de error”. La proposición condenada número 64
dice: “El progreso científico exige que los conceptos de la doctrina cristiana
relativos a Dios, la creación, la revelación, la Persona del Verbo Encarnado y
la Redención sean reajustados”.
En la encíclica Pascendi, también de 1907,
Pío X declaraba que el modernismo era algo más que una herejía, era la
síntesis de todas las herejías, porque en vez de proclamar un error, abría paso
a todos ellos.
El centro de la disputa se situó en Francia e
Inglaterra, así como en Italia, donde una parte del clero joven sentía esas
inclinaciones. La mayoría de los llamados modernistas se consideraban fieles a
la Iglesia, y rechazaban las acusaciones que los relacionaban con un
protestantismo liberal como el de la escuela de Tubinga. Muchas de las ideas
contra las que la Iglesia Católica estaba reaccionando, habían penetrado en la
cultura europea en el Renacimiento humanista y habían
alcanzado una posición de preeminencia desde la Ilustración. Pío X se
refería al modernismo no como una simple orientación herética del pensamiento
cristiano, sino como una verdadera conspiración organizada contra la Iglesia.5
Como parte de la política antimodernista de
Pío X, la Sagrada Congregación del Santo Oficio revisó el Index añadiendo obras
tachadas de modernistas y se produjeron excomuniones. En 1910 Pío X
promulgó el motu proprio Sacrorum
Antistitum, conocido como «Juramento
antimodernista»,
que debía ser pronunciado por cualquiera que quisiera conservar o acceder a un
oficio eclesiástico, incluida la docencia en teología. Algunas sociedades
católicas exigen aún a sus miembros la pronunciación del juramento.
En 1907 Monseñor Begnini, miembro de la
Secretaría de Estado, había puesto en marcha una sociedad secreta, el Sodalitium Pianum (Cofradía de
Pío), denominado así en honor de Pío V y conocido
también con el nombre francés de La Sapinière. Extendió su
actividad por toda Europa, teniendo como misión la detección de modernistas en
las filas de la Iglesia y recurriendo a la inducción a la delación.6
Innumerables seminaristas, profesores, curas,
párrocos y obispos fueron delatados o investigados por heterodoxia doctrinal.
Los arzobispos de Viena y París fueron denunciados, como lo fue la totalidad de
la comunidad de dominicos que enseñaban
en el Albertinum de la Universidad
de Friburgo (Suiza).
Los «delitos» iban desde las menciones favorables a la democracia cristiana hasta llevar
bajo el brazo un periódico de talante liberal o ser visto en compañía de un supuesto
modernista. Pronunciar un sermón de tendencia heterodoxa podía llevar a una
denuncia, seguida de la destitución de un puesto de responsabilidad para ir a
regentar una parroquia de pueblo.
Secuelas
Varios
momentos de la historia de la Iglesia Católica en el siglo XX y hasta la
actualidad, pueden verse desde el prisma del enfrentamiento entre modernistas y
sus adversarios tradicionalistas (o integristas, un término surgido como
antitético de modernista). El concilio Vaticano II fue
vivido por muchos cristianos como una positiva adaptación intelectual y moral
“al signo de los tiempos” y a las ideas humanistas, mientras que para los
críticos representó, como mínimo en la práctica, una concesión al
protestantismo y al secularismo. La reacción más radical contra el aggiornamento del
Concilio, la representa la Hermandad
Sacerdotal San Pío X, fundada por el arzobispo Marcel Lefebvre, en cuyo manifiesto
fundacional se acusa a la reforma conciliar de que “habiendo surgido del liberalismo y el modernismo, está
toda entera envenenada”. Actualmente, los teólogos modernistas consideran
"rigorismo moral" la doctrina de la Iglesia en relación con la
homosexualidad y el divorcio. Por otro lado, propugnan una cierta democracia
dentro de la Iglesia, que sean los laicos quienes decidan qué sacerdotes y
obispos ocupan cargos importantes, y que la ley del celibato sacerdotal sea
eliminada. Además, de acuerdo con estas propuestas, existen posturas como la
defendida por la teóloga argentina Elizabeth Stocks que busca la inclusión de
mujeres como guías espirituales.
Bibliografía
·
Dominique
Bourmaud (2006). Cien años de modernismo. Genealogía del concilio
Vaticano II. Ediciones Fundación San Pío X. ISBN 950-99434-5-2.
·
Ricardo de la Cierva (1996). Las puertas
del infierno. La historia de la Iglesia jamás contada. Editorial Fénix,
Serie Máxima. ISBN 84-88787-06-5.
·
Ramón
García de Haro de Goytisolo (1972). Historia Teológica del Modernismo. Ediciones de la Universidad de
Navarra. ISBN 978-84-313-0199-6.
Notas
3. ↑ D. C. Dennett (1995). Darwin’s
dangerous idea: evolution and the meanings of life. New York; Simon &
Schuster. ISBN 0684802902.
4. ↑ Hervé Masson (1989). Manual
de Herejías (Dictionnaire des hérésies dans l'Église catholique). Madrid:
Rialp. p. 231. ISBN 8432125172.
5. ↑ M. R. O’Connell,
(1994). Critics on trial: an introduction to the catholic modernist
crisis. Washington, D. C.; Catholic University of America.
6. ↑ Léase, G. (1996).
«Practices of denunciation in modern european history, 1789-1989.». The
Journal of Modern History, 68 (4): 819-830.

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