martes, 29 de junio de 2021

Una Nueva Unción para Cada Creyente (Salmo 92:10)

INTRODUCCION: A la mayoría le gusta leer historias de grandes personajes. En 1 Samuel 16 se hace una interesante presentación de la vida de David. Cuando el rey Saúl fue rechazado por el Señor, Dios le dijo a Samuel que fuera a Belén a ungir a uno de los hijos de Isaí como el nuevo rey. Desde ese momento David quedó capacitado para hacer la obra que Dios tenía para él como el nuevo rey de Israel. La palabra alentadora para cada cristiano es que nosotros somos ungidos también. La unción no estaba reservada solamente para reyes, profetas y sacerdotes de tiempos antiguos. Todos los cristianos somos ungidos por el ES. Recordemos que Cristo significa ungido. Cuando el ES de Dios nos lleva al Salvador llegamos a ser parte de Su pueblo ungido. El ES quiere ungirnos cada día con una nueva unción. Digamos como David: Seré ungido con aceite fresco (Salmo 92:10 RVR)

1.-  LA PALABRA DE DIOS ES UNA UNCIÓN FRESCA

Seré ungido con aceite fresco (RVR) Necesitamos esa nueva confianza de que  Dios lo hará de nuevo. David fue ungido tres veces como rey. En el Salmo  92:10, él escribe acerca de una unción fresca para Su obra. En 2 Corintios 1:21 Pablo escribió: Y Dios es el que nos confirma  con vosotros  en Cristo y el que nos ungió. Pablo decía eso de los corintios, ¡Esa iglesia de  Dios notoria y corrupta! No obstante, Pablo declaraba que todos ellos habían  sido ungidos por el ES. Todos los cristianos hemos sido ungidos. En 1 Juan 2:20, 27 leemos: Pero vosotros tenéis la unción de parte del Santo... la unción que habéis recibido de él permanece en vosotros. Necesitamos comprender la maravillosa verdad de la unción. La Biblia dice que la obra del E. Santo es ungirnos cuando somos salvados y, sin embargo, necesitamos esa nueva unción cada día.

1.1.-  Necesitamos creer la Palabra de Dios. Confiar en la Palabra en relación a una fresca unción es vital. Dios hará  esa obra dentro de nosotros si creemos en él.

1.2.-  Debemos confesar y abandonar todo pecado si queremos una unción fresca de Dios sobre nuestra vida. En el Sal. 19:12 David pedía: ¡Líbrame de los [errores] que me son ocultos! Tú y yo tenemos faltas y pecados internos de los que otros pueden no saber.  Necesitamos ser limpiados de esos pecados secretos.

1.3.-  Debemos abandonar el pecado de la ira si queremos tener una unción fresca de Dios. Los campesinos ordeñan sus vacas en el campo. Cuando el pasto empieza a  crecer, con él crece una maleza que es llamada hierba amarga. Hasta que la  maleza amarga tenga 7 u 8 cm. de altura, las vacas se la comen con  el pasto. Esa maleza amarga hace que la leche tenga un sabor amargo y rancio.  La leche prácticamente no se puede beber cuando las vacas comen mucha de esa  hierba. Como cristianos recibimos de la vida muchas experiencias que nos hacen  tener actitudes amargas. La raíz de amargura surge muy a menudo. Necesitamos confesarla y quitar toda amargura de nuestra vida. La Biblia nos recuerda en Ro. 6:11 dice: Considerad que estáis  muertos para el pecado, pero que estáis vivos para Dios. Si no hemos estado  muriendo al pecado necesitamos empezar. Necesitamos hacer de Gálatas 2:20 una realidad en nuestra vida. Cualquier pecado que tengamos necesita ser confesado, abandonado y clavado en la cruz. El requisito de Dios para una unción fresca es que alejemos el pecado de nosotros.

1.4.-  Debemos orar si queremos tener una unción fresca de Dios. El individuo y también toda la iglesia pueden tener una unción nueva cuando  oran. Jesús le dijo a los apóstoles que esperaran en Jerusalén hasta que fueran  investidos de poder de lo alto. El les dio la promesa del Espíritu Santo. La historia de Sansón en el libro de los Jueces es interesante. El desobediente Sansón perdió su pelo y también su unción. Sin embargo, él clamó a Dios y el  Señor le escuchó. Sobre él vino una nueva acción de Dios, que nosotros también  necesitamos. En cada servicio de la iglesia deberíamos animar a la gente a pasar al altar para  orar ya sea solo o con otro creyente. La casa de Dios es llamada, por Jesús, casa  de oración.

2.-  HAY RESULTADOS CUANDO TENEMOS UNA UNCIÓN NUEVA

Si la lluvia empieza a caer en las zonas secas del mundo, la gente se da cuenta de  la diferencia. Cuando los cálidos rayos del sol penetran la helada nieve invernal,  la nieve empieza a derretirse. Cuando el Espíritu de Dios nos unja con aceite  fresco, veremos resultados de la gracia de Dios. Veamos algunos  resultados.

2.1.-  Estaremos equipados para la obra que tenemos que hacer. Cuando el hombre cayó, éste empezó a trabajar con el sudor de su frente. Ahora Dios entra al trabajo con nosotros para aliviamos de su carga y frustración. El Espíritu de Dios nos ayuda en todos nuestros deberes. Cuando el pueblo de Dios se preparaba para construir el tabernáculo, el Espíritu de Dios los ayudó. Éxodo 36 nos habla de un hombre que hizo las cortinas para el santuario. Dios lo convirtió en un experto. El hizo esa obra bajo la unción del ES. Mantengamos en mente que en nuestros deberes diarios el Espíritu de Dios puede ungirnos de modo que lo secular se vuelva sagrado y los días tristes se cambien en días alegres. El ES de Dios quiere hacer Su obra sobrenatural en nosotros en los asuntos rutinarios. 1 Jn. 2:20 dice: Pero vosotros tenéis la unción de parte del Santo  y conocéis  todas las cosas. Juan no dice que el cristiano deje de  estudiar y aprender. El  enseña que el ES nos da reflexión y  entendimiento espirituales para entender las verdades de Su Palabra.

2.2.-  Cuando somos ungidos con el aceite del ES nos volvemos candidatos para la preservación de Dios. Por supuesto, algunos cristianos mueren jóvenes. Ciertamente ocurren accidentes  inexplicables. La historia cristiana lleva el registro de muchos que se  convirtieron en mártires o murieron por la causa del Señor. Sin embargo, cuando somos ungidos de nuevo con el Espíritu de Dios, somos preservados hasta el momento cuando el Señor nos lleve a nuestro hogar en el cielo. Las palabras del Salmo 20:6 animan: Ahora reconozco que Jehová da la  victoria a su ungido; le responderá desde su santo cielo con la fuerza liberadora  de su diestra. David conocía esa experiencia y nosotros también podemos conocerla. El Salmo 89:20-22 capta nuestra atención: Hallé a mi siervo David y  lo ungí con mi aceite santo. Mi mano estará firme con él; también mi brazo lo  fortalecerá. No lo doblegará el enemigo. El Salmo 92:9b, 12ª nos habla del  poder protector de Dios sobre Su ungido: Serán dispersados todos los que hacen iniquidad... El justo florecerá como la palmera. Job 22:23-28 habla del aliento para cada creyente.

CONCLUSION: El Espíritu de Dios vive en el corazón de cada seguidor de Jesús desde el momento de la conversión. Cuando recibimos a Jesús como Señor de nuestra  vida, el Espíritu de Dios se mueve dentro y empieza a hacer la obra que le fue encomendada. Sin embargo, muy a menudo fracasamos en nuestra vida. Necesitamos entonces empezar de nuevo como David lo hizo. La manera de empezar con una nueva vida en Cristo es pedirle a Dios Su aceite fresco. Dios anhela que cada uno de nosotros tengamos esa unción renovada de Su  Espíritu. El Salmo 92:10 puede suceder en nuestras vidas hoy. Podemos decirle  sí a esa nueva unción de Dios sobre nuestras vidas cada día. No debiéramos  batallar durante el día sin ella.

Alberto Valderrama