1.- LA PALABRA DE DIOS ES
UNA UNCIÓN FRESCA
Seré ungido con
aceite fresco (RVR) Necesitamos esa nueva confianza de que Dios lo hará de nuevo. David fue ungido tres
veces como rey. En el Salmo 92:10, él escribe acerca de una unción fresca para
Su obra. En 2
Corintios 1:21 Pablo escribió: Y Dios es
el que nos confirma con vosotros en Cristo y el que nos ungió. Pablo
decía eso de los corintios, ¡Esa iglesia de
Dios notoria y corrupta! No obstante, Pablo declaraba que todos ellos
habían sido ungidos por el ES. Todos los
cristianos hemos sido ungidos. En 1 Juan 2:20, 27
leemos: Pero vosotros tenéis la unción de parte del Santo... la unción que
habéis recibido de él permanece en vosotros. Necesitamos comprender la
maravillosa verdad de la unción. La Biblia dice que la obra del E. Santo es
ungirnos cuando somos salvados y, sin embargo, necesitamos esa nueva unción
cada día.
1.1.- Necesitamos
creer la Palabra de Dios. Confiar en la Palabra en relación a una
fresca unción es vital. Dios hará esa
obra dentro de nosotros si creemos en él.
1.2.- Debemos
confesar y abandonar todo pecado si queremos una unción fresca de Dios sobre
nuestra vida. En el Sal. 19:12 David pedía:
¡Líbrame de los [errores] que me son ocultos! Tú y yo tenemos faltas y
pecados internos de los que otros pueden no saber. Necesitamos ser limpiados de esos pecados
secretos.
1.3.- Debemos
abandonar el pecado de la ira si queremos tener una unción fresca de Dios. Los
campesinos ordeñan sus vacas en el campo. Cuando el pasto empieza a crecer, con él crece una maleza que es
llamada hierba amarga. Hasta que la
maleza amarga tenga 7 u 8 cm. de altura, las vacas se la comen con el pasto. Esa maleza amarga hace que la leche
tenga un sabor amargo y rancio. La leche
prácticamente no se puede beber cuando las vacas comen mucha de esa hierba. Como cristianos recibimos de la vida
muchas experiencias que nos hacen tener
actitudes amargas. La raíz de amargura surge muy a menudo. Necesitamos
confesarla y quitar toda amargura de nuestra vida. La Biblia nos recuerda en Ro. 6:11 dice: Considerad que estáis muertos para el pecado, pero que estáis vivos
para Dios. Si no hemos estado
muriendo al pecado necesitamos empezar. Necesitamos hacer de Gálatas 2:20 una realidad en nuestra vida. Cualquier pecado
que tengamos necesita ser confesado, abandonado y clavado en la cruz. El
requisito de Dios para una unción fresca es que alejemos el pecado de nosotros.
1.4.- Debemos
orar si queremos tener una unción fresca de Dios. El individuo y
también toda la iglesia pueden tener una unción nueva cuando oran. Jesús le dijo a los apóstoles que
esperaran en Jerusalén hasta que fueran
investidos de poder de lo alto. El les dio la promesa del Espíritu
Santo. La historia de Sansón en el libro de los Jueces es interesante. El desobediente
Sansón perdió su pelo y también su unción. Sin embargo, él clamó a Dios y
el Señor le escuchó. Sobre él vino una
nueva acción de Dios, que nosotros también
necesitamos. En cada servicio de la iglesia deberíamos animar a la gente
a pasar al altar para orar ya sea solo o
con otro creyente. La casa de Dios es llamada, por Jesús, casa de oración.
2.- HAY RESULTADOS CUANDO
TENEMOS UNA UNCIÓN NUEVA
Si la lluvia empieza
a caer en las zonas secas del mundo, la gente se da cuenta de la diferencia. Cuando los cálidos rayos del
sol penetran la helada nieve invernal,
la nieve empieza a derretirse. Cuando el Espíritu de Dios nos unja con
aceite fresco, veremos resultados de la
gracia de Dios. Veamos algunos resultados.
2.1.- Estaremos
equipados para la obra que tenemos que hacer.
Cuando
el hombre cayó, éste empezó a trabajar con el sudor de su frente. Ahora Dios
entra al trabajo con nosotros para aliviamos de su carga y frustración. El
Espíritu de Dios nos ayuda en todos nuestros deberes. Cuando el pueblo de Dios
se preparaba para construir el tabernáculo, el Espíritu de Dios los ayudó. Éxodo 36
nos habla de un hombre que hizo las cortinas para el santuario. Dios lo
convirtió en un experto. El hizo esa obra bajo la unción del ES. Mantengamos en
mente que en nuestros deberes diarios el Espíritu de Dios puede ungirnos de
modo que lo secular se vuelva sagrado y los días tristes se cambien en días
alegres. El ES de Dios quiere hacer Su obra sobrenatural en nosotros en los
asuntos rutinarios. 1 Jn. 2:20 dice: Pero vosotros
tenéis la unción de parte del Santo y
conocéis todas las cosas. Juan no dice que el cristiano deje de estudiar y aprender. El enseña que el ES nos da reflexión y entendimiento espirituales para entender las
verdades de Su Palabra.
2.2.- Cuando
somos ungidos con el aceite del ES nos volvemos candidatos para la preservación
de Dios. Por
supuesto, algunos cristianos mueren jóvenes. Ciertamente ocurren
accidentes inexplicables. La historia
cristiana lleva el registro de muchos que se
convirtieron en mártires o murieron por la causa del Señor. Sin embargo,
cuando somos ungidos de nuevo con el Espíritu de Dios, somos preservados hasta
el momento cuando el Señor nos lleve a nuestro hogar en el cielo. Las palabras
del Salmo 20:6 animan: Ahora reconozco que Jehová da la victoria a su ungido; le responderá desde su
santo cielo con la fuerza liberadora de
su diestra. David conocía esa experiencia y nosotros también podemos conocerla.
El Salmo
89:20-22 capta nuestra atención: Hallé a
mi siervo David y lo ungí con mi aceite
santo. Mi mano estará firme con él; también mi brazo lo fortalecerá. No lo doblegará el enemigo. El Salmo 92:9b, 12ª nos habla
del poder protector de Dios sobre Su
ungido: Serán dispersados todos los que hacen
iniquidad... El justo florecerá como la palmera. Job 22:23-28 habla del aliento para cada creyente.
CONCLUSION: El Espíritu
de Dios vive en el corazón de cada seguidor de Jesús desde el momento de la
conversión. Cuando recibimos a Jesús como Señor de nuestra vida, el Espíritu de Dios se mueve dentro y
empieza a hacer la obra que le fue encomendada. Sin embargo, muy a menudo
fracasamos en nuestra vida. Necesitamos entonces empezar de nuevo como David lo
hizo. La manera de empezar con una nueva vida en Cristo es pedirle a Dios Su
aceite fresco. Dios anhela que cada uno de nosotros tengamos esa unción
renovada de Su Espíritu. El Salmo 92:10
puede suceder en nuestras vidas hoy. Podemos decirle sí a esa nueva unción de Dios sobre nuestras
vidas cada día. No debiéramos batallar
durante el día sin ella.
Alberto Valderrama