domingo, 28 de junio de 2020

Los Ministros cristianos somos de carne y hueso

One street
Corría aproximadamente el año 36 D.C. cuando el apóstol Pedro, luego de recibir una visión de Dios y en obediencia a la voz del Espíritu Santo, se condujo a la ciudad de Cesarea. Al llegar al lugar, Cornelio, un Centurión Romano, un gentil que creía en Dios, se postró para adorar al apóstol, pero éste se lo impidió inmediatamente. “Yo mismo también soy hombre”, fue el argumento de Pedro (Hechos 10:25,26).

Con esto daba a entender que era simplemente un Siervo de Dios, no un dios en miniatura. Pero todavía hoy en día existen creyentes como Cornelio que tratan de darle la gloria que sólo Dios merece, a las personas que sencillamente son herramientas o instrumentos de Dios. ¡No coloquemos en un pedestal clerical a los Ministros de Dios, del que se pueden caer fácilmente! Cuando les damos una palmada de felicitación, algunos levantan el pecho llenos de orgullo. Si nuestra predicación es muy elocuente, llena de teología y saturada por el poder del Espíritu; no se debe a nuestros propios méritos, sino a la generosidad de Dios. 

Las mujeres y los hombres de Dios, somos personas de carne y hueso, con virtudes y defectos como cualquier cristiano. No somos ni mejores ni peores que los demás seres humanos o creyentes. Por lo tanto, digamos como el salmista: “No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria”. (Salmos 115:1).

Por otro lado, cuando un Pastor, Misionero u otro siervo de Dios y aun, un miembro de su familia cometen un error, inmediatamente se le critica o se les lanzan piedras. Qué triste es saber que a un destacado Pastor como lo es Rick Warren, fundador de la ahora numerosa Iglesia Saddelback en California y autor del best seller “Una vida con propósito”, se le criticó porque su hijo menor Matthew Warren quien padecía mucho tiempo de trastornos mentales depresivos, se quitó lamentablemente la vida un día viernes 5 de abril del pasado 2013. Incluso, hoy en día se continúa con este tremendo despropósito.

Repito, los pastores, misioneros u otros,somos de carne y hueso. Por nuestras venas corre sangre. Nosotros también sufrimos, también lloramos y también experimentamos como los demás las adversidades o los desafíos familiares. Si nos ofenden o critican, nos afecta como a cualquier mortal. Por eso, lo mejor es que los respetes, los ames y ores por ellos..

Pr. M. Missly