Hace aproximadamente unos 2000 años, Jesús entró a la raza
humana en una pequeña comunidad judía. Fue miembro de una familia pobre, de un
grupo minoritario que residió en una de las naciones más pequeñas del mundo.
Vivió aproximadamente 33 años de los cuales solo los últimos tres los dedicó al
ministerio público. Sin embargo, en todas partes del mundo la gente todavía lo
recuerda. La fecha en nuestros periódicos matutinos y en la declaración de
derechos de autor en los textos universitarios da testimonio de que la vida de
Jesús ha sido la más extraordinaria que haya existido en el mundo.
Al preguntarle a H. G. Wells, renombrado historiador, cuál ha
sido la persona que ha dejado la impresión más perdurable en la historia,
respondió que si juzgamos la grandeza de un personaje según su influencia en la
historia, “de acuerdo con esa prueba, Jesús es el primero".
El historiador Kenneth Scott Latourette dijo: “Con el paso de los siglos se
acumula la evidencia de que, según el efecto que sigue produciendo en la historia,
la vida de Jesús es la más revolucionaria en este planeta, y esta influencia
parece ser cada vez mayor".
Citamos la siguiente observación de Ernest Renán: “Jesús fue el genio religioso
más grande que ha existido. Su belleza es eterna y su reino nunca tendrá fin.
En todos los aspectos, Jesús fue el único y no hay nada que pueda compararse
con Él. Toda la historia es incomprensible sin Cristo".
¿Qué dice la ciencia?
Muchas personas tratan de aplazar su dedicación personal a
Cristo, al divulgar la hipótesis de que si no se puede probar algo
científicamente, tal cosa no es verdad ni digna de aceptación. Puesto que la
deidad y la resurrección de Jesús no se pueden probar científicamente, ciertas
personas del siglo XXI concluyen equivocadamente que no pueden aceptar a Cristo
como Salvador ni creer en su resurrección. Es
frecuente que en una clase de filosofía o de historia me enfrente a este
desafío: “¿Puede usted probarlo científicamente?". Mi respuesta suele ser:
“Bueno, no, no soy científico". Inmediatamente se pueden escuchar risitas
en la clase e invariablemente se oyen voces que dicen: “No me hable acerca de
eso" o ¿Se da cuenta?, uno tiene que aceptarlo todo por fe"(se
refiere a una fe ciega).
Hace tiempo, en un vuelo desde Boston, le estaba hablando al
pasajero que viajaba a mi lado del porqué creo en Cristo: “Es lo que Él afirmó
que era". El piloto, que pasaba cerca de nosotros saludando a los
pasajeros, oyó parte de nuestra conversación.
_ Usted tiene un problema - me dijo
_ ¿Qué problema? - le pregunté
_ Que no puede probar eso científicamente - me respondió.
Es sorprendente la mentalidad a la que ha descendido la
humanidad moderna. De algún modo, en la actualidad tenemos personas que
sustentan la opinión de que si algo no se puede comprobar científicamente, no
es verdadero. Bueno, ¡Eso no es verdad! Existe un problema para probar
cualquier cosa relacionada con una persona o un acontecimiento histórico.
Debemos entender la diferencia que existe entre la prueba científica y lo que
yo llamo la prueba histórica legal. Déjenme explicar estas dos clases de
prueba.
La prueba científica se basa en la demostración de que algo es
un hecho mediante la repetición de este en presencia de la persona que lo
cuestiona. Hay un ambiente controlado en el que pueden hacerse las
observaciones, deducir los datos y verificar empíricamente la hipótesis.
Ramón Canal, licenciado en Filosofía y Letras, explicando las
pruebas científicas dice: “Toda ciencia utiliza para su trabajo teórico un
método objetivo. Este método consiste en un conjunto de criterios específicos
que tienden a determinar decisivamente la validez de la teoría. Estos
procedimientos de verificación reciben la denominación general de
experimentación. La experimentación consiste en una institución sistemática de
experiencias; en la construcción controlada de situaciones nuevas destinadas a
contrastar materialmente la hipótesis y resultados de una teoría científica.
Está por lo tanto, articulada con la teoría: experimentación y teoría son los
medios de trabajo que constituyen la condición misma de una investigación
científica".
La
prueba de la verdad de una hipótesis mediante el uso de experimentos
controlados es una de las claves técnicas del moderno método científico.
Por ejemplo, alguien dice: “El jabón marca Ivory no flota".
Llevo, pues, a la persona a la cocina, vierto agua hasta una altura de 10
centímetros en el fregadero de los platos, a una temperatura de 82.7 grados
Fahrenheit [28.1 grados Celsius], y dejó caer allí el jabón. Se hacen las
observaciones, se sacan los datos, y con esto ha sido verificada empíricamente
una hipótesis: el jabón marca Ivory flota. Ahora bien, si el método científico
fuera el único para probar algo, no podrías comprobar que alguien estuvo
presente en la primera hora de clase esta mañana o que hoy almorzaste. No hay
modo de repetir esos eventos en una situación controlada.
Esto es lo que se ha llamado la prueba histórica legal, que se
basa en demostrar que algo es un hecho que está fuera de toda duda razonable.
En otros términos, se llega a un veredicto basado en el peso de las evidencias.
Esto quiere decir que no haya base razonable para dudar de la decisión. Esta
prueba depende de tres tipos de testimonio: el testimonio oral, el testimonio
escrito y la exhibición de objetos (tales como un rifle, una bala, una
libreta). Si usamos el método legal para determinar lo que ocurrió, podemos
probar muy bien, fuera de cualquier duda razonable, que estuvimos en clase esta
mañana: los amigos nos vieron, tenemos los siguientes apuntes que tomamos en clase,
el profesor nos recuerda.
El método científico solo puede usarse para probar lo que se
puede repetir. No es adecuado para aprobar o desaprobar muchos asuntos con
respecto a una persona o a un evento histórico. El método científico no es
apropiado para responder a preguntas cómo estas: “¿Vivió George
Washington?", “¿Fue Martin Luther King un dirigente que defendió los
derechos civiles?", “¿Quién fue Jesús de Nazaret?", “¿Fue Robert
Kennedy procurador general de Estados Unidos de América?", “¿Resucitó
Jesucristo de entre los muertos?".
Las respuestas para estás preguntas están fuera de la esfera de
la prueba científica y tenemos que colocarlas en el ámbito de la prueba legal.
En otras palabras, el método científico, que se basa en la observación, la
acumulación de datos, la hipótesis, la deducción y la verificación experimental
para hallar y explicar las regularidades empíricas de la naturaleza, no tiene
las respuestas finales para preguntas como estas: “¿Se puede probar la
Resurrección?", “¿Se puede probar que Jesús es el Hijo de Dios?".
Cuando los hombres y las mujeres confían en el método histórico
legal tienen que examinar la veracidad de los testimonios.
La grandeza de Jesús se hace más sólida con el paso del tiempo.
Fue el revolucionario más grande de la Tierra. Pese a algunos detractores, la
vida de Cristo en este mundo es reconocida y admitida por una gran mayoría a
partir de la prueba legal que se aplica cuando no se puede emplear el método
científico.
Josh McDowell