lunes, 29 de agosto de 2022

Características de la madurez espiritual

 

Compromiso.- La persona se entrega a cumplir el propósito de reflejar la imagen de Dios en el carácter, la conducta y el servicio. Este propósito unifica y enfoca su vida. Lo hace para Dios y no es motivado primordialmente por satisfacer sus deseos físicos ni por tener bienes materiales, poder, prestigio o seguridad. (Romanos 12:1-2; 8:29)

Dependencia de Dios.- Aprende a recurrir a Dios para encontrar su apoyo principal en la vida. Se alimenta así mismo de la Palabra manteniendo la comunión y la comunicación con Dios. Recibe y goza del apoyo, ánimo y edificación de otros pero no totalmente depende de ellos. (Salmo 27:1, 10, 13-14; 2 Timoteo 1:12)

Objetividad.- Es honesto con respecto a sí mismo siendo capaz de verse en la perspectiva de Dios y de otros hombres. No se engaña a sí mismo. Es sensible a la Palabra, reconoce sus debilidades, capacidades, fallas y pecados. Acepta la disciplina y la corrección de Dios y la de los hombres. No está satisfecho solamente con conocer la verdad sino en obedecer la verdad. (Santiago 1:21- 27)

Espíritu de Servicio.- Su preocupación es primordialmente por los ideales bíblicos, eternos, que abarcan el servicio a Dios y a otros. Su atención no se enfoca en sí mismo, sus necesidades, sus emociones y sus problemas, sino en lo que puede dar a otras personas. Se preocupa por manifestarles el amor de Dios, sirviéndoles según sus necesidades, compartiéndoles la salvación por Cristo, edificándolos y estimulándolos. No tiene que recibir el agradecimiento ni l crédito por lo que hace. (Marcos 10:45; Filipenses 2:3,4)

Convivencia.- Cultiva el fruto del Espíritu Santo, especialmente la humildad y el amor. Domina sus reacciones para poderse llevar con todos. Cultiva relaciones y amistades con otras personas. Reconoce y sobrelleva la carga de los otros. (Efesios 4:2-3; 4:17- 5:2; Gálatas 6:1-2)

Dominio de la lengua.- Aprende a limitar su hablar por edificar a los demás y traer gracia al que lo escucha. No se permite la crítica condenatoria, el enojo egoísta ni comunicar innecesariamente información negativa. (Mateo 7:1-5; Efesios 4:26 – 27; 29 – 32; Santiago 3:1 – 12)

Flexibilidad.- Tiene la disposición y la capacidad de adaptarse a las necesidades, a las personas, las circunstancias y los cambios en su vida. Está dispuesto a considerar los puntos de vista de otra personas, si no contradicen  las enseñanzas bíblicas. (Santiago 1:2-5; 1 Corintios 9:20-22)

Constancia en las pruebas.- Cuando experimenta pruebas, fracasos o desilusión, confía en Dios y se regocija en Él. No cede en la tentación de las quejas, derrota, frustración, rencores, resentimientos y amarguras. (Santiago 1:2-5; 2 Corintios 4:7-10; 17-18)

Responsabilidad y perseverancia.- Persiste en los propósitos bíblicos y generalmente termina las tareas y cumple con los compromisos que adquiere. Manifiesta integridad. Los demás pueden contar con él y creer a su palabra. (Efesios 4:24; 1 Corintios 15:58; 2 Corintios 1:17-19)

Progreso.- Tiene metas y está creciendo en su compromiso, carácter y servicio. No está estancado y continúa aprendiendo respondiendo a nuevos retos. (Efesios 4 13-15; Filipenses 3:12-14)

Optimismo.- La esperanza en Dios, sus promesas y en su plan para la vida y para la eternidad provee una actividad positiva con respecto así mismo, las otras personas, las circunstancias  y los proyectos. Se siente seguro porque confía en Dios. La esperanza le da valor y confianza para intentar grandes cosas con la ayuda de Dios. (Romanos 8:29-39; 2 Corintios 2:14)

Compilado