El error de "poner la otra mejilla"
Uno de los legados más
peligrosos que nos ha dejado el cristianismo es el "pacifismo". Se
trata de una doctrina de corte moralista que funciona para mantener el poder y
statu quo de quienes ejercen violencia.
El pacifismo nos dice que
cuando alguien nos oprime, lastima y violenta nuestro deber moral es mantener
en alto nuestro espíritu y soportar todas las ofensas y agresiones. Mientras
más nos lastimen, ¡más amor demostraremos si soportamos la tribulación! (Col
3:13; 2 Co 4:17-18).
El pacifismo cristiano pone
en riesgo la vida de las personas cuando se les enseña que antes de intentar
defenderse del agresor, deben "poner la otra mejilla" (Mateo 5:39),
que se entiende, desde una pésima exégesis, como permitir que te golpeen de
nuevo.
[Poner la otra mejilla es
voltear el rostro para reconocer al agresor y plantar defensa. Así lo hizo
Jesús cuando uno de los guardias lo abofeteó, no se dejó pegar de nuevo, puso
la otra mejilla respondiéndole - Jn 18:23].
Según el pacifismo
cristiano, ¡es horrible que quieras defenderte! ¡Qué escándalo que te rebajes a
responder con "violencia" a quien te está agrediendo! Es mejor que tu
agresor te mate, y con eso honres el nombre de Cristo, que cometer el pecado de
haber reaccionado.
"Vence con el bien el
mal" (Ro 12:21), dice el pacifista y con esto quiere decir que ¡siempre
debes ser buena persona! Y quejarte, protestar, defenderte, meter las manos en
contra de un agresor te hace mala persona. Te rebaja a su nivel de maldad. ¿Qué
no entiendes que es mejor morir siendo bueno? ¡No te defiendas!
Esta ideología pacifista es
el deleite de gobiernos y autoridades. Saben que por más mal que actúen, el
deber cristiano del pueblo siempre es callar, aguantar y orar por ellos (1 Ti
2:1).
Protestar, no solo de voz,
sino físicamente es el pecado imperdonable para este pacifismo cristiano. Un
cristiano nunca debe recurrir a la "violencia" por más que esté
siendo agredido, un cristiano debe sufrir y confiar en Dios.
Porque "la violencia
genera más violencia"
Pero quiero agregar algo:
Callar, aguantar y "perdonar" a un agresor, ¡es lo que de verdad
genera la violencia! Si alguien te pega una vez, es violencia, si,
cristianamente pones la otra mejilla y te dejas golpear dos veces, ¡la
violencia aumentó! Y si tras la segunda viene una tercera, una cuarta...
No ponerle un alto al
agresor es el verdadero ciclo de violencia que reproduce el pacifismo
cristiano.
Ya sea en forma de bullying,
acoso, agresiones, violencia institucional y política; y sean personas,
organismos o gobiernos quienes ejerzan la violencia, ¡basta de ese pacifismo
cristiano! Basta del moralismo de "guardar las formas".
¡Basta de pretender que
sufrir violencia con resignación es una victoria moral! Hay que quejarnos,
protestar, meter las manos. Prefiero vivir "pecando" por defenderme
en esta Tierra que ganarme una corona en el cielo dejándome agredir.
Reitero lo que hace varias
décadas exclamó Gustavo Gutiérrez, pionero de la teología de la liberación,
viendo la sumisión de los pueblos ante la opresión política, y motivándoles a
no dejarse violentar más:
"Ya no queremos
mártires"
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Esto lo escribo al día
siguiente de que Will Smith golpeara a Chris Rock por un chiste violento sobre
la enfermedad de su esposa, Jade. La escena me inspiró esta reflexión, pero no
la escribo para justificar a Smith, sino movido por las reacciones
encolerizadas contra esa cachetada.
Más allá del asunto entre
los señores Smith y Rock, es pavoroso ver cómo se reproduce la idea de "si
reaccionas a una ofensa, el malo eres tú"... de cualquier forma, ese caso
merece una reflexión aparte.
Compilado