martes, 31 de mayo de 2022

El 7 machos



 ¿Recuerda amigo lector, aquella película de Cantinflas, “El Siete machos”? Era una caricatura genial del “machismo”, esa característica del alma latinoamericana que nos distingue ante los demás pueblos de la tierra.

Nosotros rendimos culto al machismo, a la condición de hombre, de varón que se cree importante, dominante, avasallador. Pero lamentablemente hemos equivocado el sentido de la hombría y hemos hecho una caricatura de la virilidad.

Para nosotros, ser “macho” es ser un engendrador irresponsable de hijos, como si en vez de hombres fuéramos padrillos de cría. Vamos regando el mundo de hijos ilegítimos, que sufrirán toda su vida  y harán sufrir a la sociedad. Y peor aún, no nos responsabilizamos  por los hijos que engendramos. O pensamos que ser machos es ser fuertes para beber. Tomamos alcohol para hartarnos, sin pensar que ese alcohol produce el efecto contrario, es decir, nos convierte en seres irracionales, débiles, enfermizos e impotentes.

Creemos que para ser machos debemos emplear un lenguaje grosero o llenar nuestras mentes de  pornografía y pensamientos obscenos. O pensamos que para “lavar cualquier ofensa” debemos usar la violencia. En un arrebato de ira, hasta podemos llegar a matar a un semejante y por el crimen dejar de ser hombres para convertirnos en piltrafas humanas, muriendo lentamente en una cárcel.

Y nada más equivocado y nada más destructor que esas malas interpretaciones de lo que es ser un hombre. No deberíamos procurar ser machos, términos de baja categoría, sino sencillamente hombres, que es un término tan elevado como la misma creación  de Dios. Porque Él dijo: “Hagamos al HOMBRE a nuestra imagen,  conforme a Nuestra semejanza”.

A diferencia de Cantinflas, vamos a hablar de 4 cosas que demostrarán que somos unos verdaderos  “machos”, es decir, hombres verdaderos, auténticos, en el sentido real de hombría. No olvidemos que el hombre  no es solamente un cuerpo físico  y una masa de instintos que deben  ser satisfechos. Somos también un alma y una conciencia que reclaman  sus derechos y primacía sobre la carne y el instinto

1.    La primera cosa que demostraría que somos hombres, sería poseer dominio propio, es decir, un carácter  liberado de pasiones esclavizaste y de vicios que rebajan nuestra condición. La falta de ese dominio propio es la causante  de muchos trastornos sicológicos. Sin embargo, hay un camino de liberación y de esperanza. 

2.    Una segunda cosa sería la responsabilidad de sostener una familia, nuestra esposa y nuestros hijos. El hombre verdadero sabrá darles pan y techo movido por un amor sincero y más aún, darles educación  y una base moral. Si nos somos capaces de crear y mantener una familia digna y feliz, nuestro machismo es una cosa despreciable. 

3.    La tercera cosa sería la capacidad de ser útiles a la sociedad co0mo hombres de trabajo, empresa o gobierno. Hombres capaces de crear riquezas sin tener que valerse de engaño; el robo o la explotación. Hombres capaces de gobernar y ganar a otros por el sendero de la justicia y del bienestar espiritual. 

4.    Y la cuarta cosa, -la más importante- sería loa capacidad  de ser responsables ante Dios. Porque nuestro Creador nos hizo a Su semejanza. Fuimos diseñados para conocer, amar y adorar a Dios  y ser eternamente felices, para compartir Su gloria y Su eternidad.

Pero nos apartamos de Dios y el pecado ha deformado todas nuestras facultades. El hombre, incompleto y vacío, se hunde en su egoísmo y en su orgullo.. Ahora necesita valerse del machismo, vive violentando su propia dignidad  y la de sus semejantes.

Amigo, hay una sola manera de volver a ser hombres. Eso es mediante de Jesucristo, el Hombre del Calvario que entregó Su vida en la cruz para librarnos de la esclavitud del pecado. Por eso, Cristo es el único que puede restituir  nuestra relación con  Dios.  Él puede devolvernos la capacidad  ser hombres cabales ante nosotros mis, de la familia, la sociedad  y ante el Creador.

Cambiemos la ilusión del machismo por la responsabilidad de hombres trasformados  a la semejanza de Jesucristo. Solo cuando nos entregamos enteramente  a Él, podemos satisfacer nuestro anhelo de ser hombres auténticos.

Dardo Bruchez