«El corazón humano es lo más engañoso que hay, y extremadamente
perverso. ¿Quién realmente sabe qué tan malo es? Pero yo, el Señor, investigo
todos los corazones y examino las intenciones secretas. A todos les doy la
debida recompensa, según lo merecen sus acciones» (Jer 17:9-10 NTV).
Jean-Jacques Rousseau,
polímata suizo francófono, dijo: «El hombre es bueno por naturaleza, es la
sociedad la que lo corrompe». Pero, Dios, por medio del profeta Jeremías, dice
exactamente todo lo contrario: «El corazón del ser humano es la fuente de toda
la maldad que hay en el mundo». Y Jesús especifica que en el corazón de los
hombres se gestan «los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los
hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la
maledicencia, la soberbia y la insensatez» (Mc 7:21-22). Entonces, ¿Quién
tendrá la razón: Rousseau o Dios?
Albert Einstein creía que
«hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana». Pero, ahora
sabemos que son tres, porque el corazón del hombre había sido una matriz
infinita de perversidad. Todos los días de la semana, el corazón de algún ser
humano que vive en algún punto del planeta, está inventando una nueva forma de
pecar. Así que, el corazón del hombre fue creado inocente, pero no impecable, y
el pecado de Adán fue el que lo corrompió por completo: puede descubrir
medicinas para salvar vidas y crear drogas para perderlas, fabricar
herramientas para construir y armas para destruir.
¿Hay esperanza de salvación
para el corazón del hombre? La respuesta es un rotundo SÍ. El corazón del
hombre fue creado para ser la morada de Dios, pero desde que le dio la espalda
a su Creador, se ha vuelto salvaje y desbocado. Pero, Cristo vino para quitar
el corazón de piedra de los hombres y darles un corazón de carne. La salvación
que Jesucristo ofrece no consiste en poner un parche espiritual sobre el
corazón enfermo, sino transformarlo completamente: «De modo que, si alguno está
en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son
hechas nuevas» (2 Co 5:17).
Por lo tanto, la noticia
prominente para hoy no puede ser otra que, Dios te ama de tal manera, que no te
dejó abandonado a tu suerte, sino que envió a su Hijo Jesucristo para dar su
vida en rescate por la tuya, y derramar su sangre en la cruz del Calvario para
perdonar todos tus pecados y librarte de toda maldad. Arrepiéntete de todo
corazón en este momento y confiesa con tu boca que Jesús es tu Señor y Salvador
y serás salvo, tú y toda tu casa. Amén.
— C. S. F.

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